EL OBJETIVO DE ESTA PÁGINA

Recuperar los Sermones de San Bernardo de Claraval para facilitar su conocimiento y divulgación. Acompañar cada sermón con una fotografía, que lo amenice, y un resumen que haga más fácil la lectura. Intentar que, al final de esta aventura intelectual, tengamos un sermón para cada día del año. Un total de 365 sermones. Evidentemente, cualquier comentario será bienvenido y publicado, salvo que su contenido sea ofensivo o esté fuera del tema.

sábado, 2 de enero de 2021

EL DOBLE BAUTISMO

                             Pila bautismal iglesia de Oliván

1. Sabéis muy bien, hermanos, pues profesáis firmemente la fe católica, que en el bautismo el Padre celestial adopta a los que renuncian al diablo y los traslada del dominio de las tinieblas al reino de su Hijo glorioso. Este es aquel vestido nuevo que el amor paterno manda traer inmediatamente a sus ministros, sin esperar que se lo pidan ni le manifiesten sus deseos; la ternura de su bondad va más rápida que todos los pensamientos. Cuantos hemos sido bautizados en Cristo hemos sido revestidos de Cristo. 
 Lo mismo nos dice otro testigo, digno de todo crédito: A los que le recibieron los hizo capaces de ser hijos de Dios. Y no se trata de una simple posibilidad, sin fuerza ni eficacia: nos da el firme convencimiento de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni las soberanías, ni alturas ni abismos podrán separarnos del amor de Dios, manifestado por Cristo Jesús.
 Sin embargo, observa que entre todo cuanto enumera aquí el Apóstol -de él son estas palabras- no dice: "ni nosotros mismos". La libertad que Cristo nos concede consiste qn que ninguna criatura pude apartarnos ni arrancarnos violentamente de él. Sólo podemos abandonarlo nosotros mismos, arrastrados por la voluntad y seducidos por nuestra concupiscencia. fuera de esto, nada debemos temer. Por eso hasta que el bautizado no es capaz de utilizar su voluntad y elegir por sí mismo, jamás estará privado del amor de Cristo. Vive muy seguro bajo el amparo y protección del Señor su Dios: nada le inspira temor. 
 Pero cuando sale de la ingenuidad infantil y es consciente de sí mismo, lo único que debe temer no es la violencia de los demás, sino a la voluntad propia, que duerme en su interior. Es posible que el pecado le aceche desde fuera, mas el deseo depende siempre de él. Sólo se le pide que se niegue a abrirle y rehuse el consentimiento.
2. A nuestros primeros padres no les derribó un oso ni un león, sino la serpiente, el más astuto de los animales. No fue el varón quien sedujo a la mujer, sino la mujer al varón. Eva, a ti te engañó la serpiente. Te engañó, sí; pero no te forzó ni te violentó. Y a ti, Adán, la mujer te dio la fruta: pero te la ofreció sin obligarte. Y el hecho de que prefirieras sus consejos a los de Dios se debe a tu voluntad, no a que ella te lo impusiera.
 Si aquél se dejó sorprender por ignorancia, nosotros seamos prudentes y estemos prevenidos con tantos ejemplos. Más aún, como también hemos caído miserablemente en esto, procuremos buscar un remedio contra estos males. ¿Es posible que aquel hombre fuerte, encadenado por otro más fuerte, fuera capaz de arrebatar violentamente su antigua morada? No, pero la encontró vacía y estúpidamente abierta. Y se instaló en ella con toda libertad, acompañado de otros siete no más fuertes, sino peoras, y entrando por la puerta sin necesidad de combatir. ¿Quien le admitió? La propia voluntad. Ella fue quien se entregó de nuevo al poder de las tinieblas y la que nos sometió al imperio de la muerte. 
3. Ven, Señor Jesús, ven también ahora, Jesús bueno. Arroja otra vez con tu fuerza a quien hemos admitido con nuestra necedad. Si tú nos liberas seremos realmente libres. Hemos violado nuestro primar pacto. Te hemos ofendido, Señor, entregándonos nuevamente a Satanás y a sus obras, sometiendo deliberadamente nuestra cerviz al yugo de su iniquidad y aceptando una mísera servidumbre. 
 Hermanos, nos conviene recibir un nuevo bautismo; debemos firmar un nuevo pacto y hacer una nueva profesión. Ya no basta renunciar al diablo y a sus obras; debemos renunciar también al mundo y a la propia voluntad. Aquél nos sedujo y ésta nos entregó. En el primer bautismo, la voluntad no nos había causado ningún mal, y por eso nos bastó renunciar al diablo, por cuya envidia entró el pecado y la muerte en el mundo y se propagó a todos los hombres. 
 Ahora en cambio, hemos experimentado hasta la evidencia los halagos de este mundo falaz y la debilidad de nuestra voluntad. Por eso, en este -llamémosle así- segundo bautismo de nuestra conversión, procuremos reparar sabiamente el primer pacto y confirmarlo, renunciando también a nuestros propios caprichos. Esforcémosnos, hermanos, en no dejarnos contaminar por el mundo, pues ésa es la religión pura y sin tacha a los ojos de Dios. Guardémonos de la voluntad propia como de la víbora más cruel y dañina, y la única que en definitiva puede condenar nuestra alma. 

RESUMEN
 El bautismo nos protege del pecado y hace que permanezcamos en estado de gracia. Sólo nuestra libertad es capaz de eliminar esa tutela que nos otorga el sacramento. Nuestra propia voluntad es la única capaz de abrir la puerta a las tinieblas. Por tanto, en un nuevo bautismo renunciemos no sólo a la maldad sino al mundo y a la voluntad propia, dedicándonos al amor de Dios y a la vida contemplativa. 

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