EL OBJETIVO DE ESTA PÁGINA

Recuperar los Sermones de San Bernardo de Claraval para facilitar su conocimiento y divulgación. Acompañar cada sermón con una fotografía, que lo amenice, y un resumen que haga más fácil la lectura. Intentar que, al final de esta aventura intelectual, tengamos un sermón para cada día del año. Un total de 365 sermones. Evidentemente, cualquier comentario será bienvenido y publicado, salvo que su contenido sea ofensivo o esté fuera del tema.

sábado, 1 de septiembre de 2012

SERMÓN IV. COMENTARIOS SOBRE EL CANTAR DE LOS CANTARES



El triple progreso, simbolizado en los tres besos

I.1. El sermón de ayer se centraba en una especie de triple progreso del alma, representado en los tres besos. ¿Lo recordáis? Hoy debo proseguirlo en la medida que Dios en su bondad se digne ayudar a los pobres. Hablamos, si recordáis, del beso que se recibe en los pies, en las manos y en la boca, correspondiendo cada beso a un estado distinto. Con el primero se consagran los comienzos de nuestra conversión; el segundo se concede a los que van avanzando en ella, y el tercero es una experiencia exclusiva para los perfectos que son muy pocos. Sólo con éste, que hemos mencionado en tercer lugar, comienza el pasaje de la Escritura que nos proponemos comentar. Y por esta razón añadimos los otros dos besos.
 Vosotros juzgaréis si merecía la pena hacerlo. Me extrañaría que no os hubiera ocurrido a vosotros mismos. Efectivamente, tuvo que pensar en otra clase de besos, que se diferencian del beso de la boca, el que dijo: ¡Que me bese con besos de su boca!Si bastaba con que hubiera dicho sencillamente: Que me bese, ¿por qué recurrió a una expresión inusitada y añadió: Con besos de su boca?¿No nos muestra así que el beso que solicitaba es el sumo, pero no el único? Porque entre nosotros siempre nos expresamos de otra manera: “Bésame”, o “dame un beso”. Nadie añade: “con tu boca”, o “con besos de tu boca”. Cuando vamos a besarnos, ¿no acercamos nuestra boca? Pero no nos lo pedimos mutuamente. Por ejemplo, el que nos narra aquel beso que el traidor dio al Señor, dice escuetamente: Y le besó. No añade “con su boca”, ni “con un beso de su boca”. De la misma manera lo decimos todos cuando escribimos o hablamos.
 Estas tres afecciones o progresos del alma sólo las conocen claramente quienes tienen experiencia, es decir, los que logran percibir el perdón de sus pecados, o la gracia de hacer el bien, o la presencia misma del que les ha perdonado y ayudado, aunque sólo sea con las limitaciones inherentes a nuestro frágil cuerpo. 
I.2. Ahora escuchad con más detalles la razón por la que he llamado besos al primero y al segundo. Como todos sabemos, el beso es signo de paz. Por tanto, si como dice la Escritura, son vuestras culpas las que crean separación entre vosotros y Dios, quitemos de en medio lo que nos separa y reinará la paz. En consecuencia, si por nuestra penitencia nos reconciliamos arrancando el pecado que nos enfrenta, ¿qué es el perdón que recibimos sino eso que hemos llamado un beso de paz? Ahora sólo podemos recibirlo en los pies; porque nuestra satisfacción debe ser humilde y modesta, para corregirnos de nuestra soberbia.
I.3. Y cuando nos movemos en ese ambiente tan agradable de la gracia que nos envuelve, para vivir más ordenadamente y mantener unas relaciones más dignas con Dios, podemos levantar ya la cabeza del polvo con mayor confianza y besar la mano del bienhechor, como es costumbre. Con una condición: no buscar nuestra gloria por el bien recibido, sino la del que nos lo ha dado, ni atribuirnos sus dones a nosotros, sino a él. Porque si vives orgulloso de ti mismo y no del Señor, serás acusado de besar tu mano y no la suya. Y eso, como dice el santo Job, es el mayor delito, pues equivale a negar a Dios. Por tanto, si como atestigua la Escritura, el que busca su propia gloria busca su mano, también es lícito afirmar que quien busca la gloria del Señor besa la mano de Dios. Lo mismo sucede en esta vida. Los siervos que han agraviado a sus señores, suelen besar sus pies cuando les piden perdón. Pero los pobres besan la mano de los ricos cuando reciben su limosna.
I.4. Ahora bien, Dios es espíritu y una sustancia simplicísima que carece de miembros corporales. Tal vez por eso alguien niegue haber recibido algo semejante y me exija que le muestre las manos y los pies del Señor, para probar lo que afirmo sobre el beso de los pies y las manos. ¿Y qué me respondería si yo le exigiese lo mismo sobre la boca de Dios, para demostrar que la Escritura se refiere a Dios cuando habla del beso de la boca? Porque o tienes pies y manos, o tampoco tiene boca. Y si tiene boca para educar a los hombres, también tiene manos para dar alimento a todo viviente, y pies para ponerlos sobre la tierra como su estrado, ante los cuales se postran los pecadores de la tierra, convertidos y humillados.
 Esto se lo aplicamos a Dios, fijándonos en los efectos, no en su naturaleza. Gracias a eso encontramos en Dios estímulos para arrepentirnos temerosamente y postrarnos con toda humildad; para servirle generosos, renovándonos con mayor firmeza; para contemplarle con gozo y descansar en los éxtasis. El que todo lo gobierna es todo para todos, aunque propiamente no es nada de eso. 
 Pues en sí mismo es una luz inaccesible y su paz supera todo razonar, su sabiduría no tiene medida; es incalculable su grandeza. Nadie puede verlo y quedar con vida. Pero no es un ser lejano para cada uno de nosotros, puesto que todos reciben de él el ser, y sin él todo se reduce a pura nada. Pásmate más aún: nada es tan presente ni tan incomprensible como él. ¿Hay alguien tan presente a toda criatura? Y, sin embargo, ¿hay alguien más incomprensible que el ser de todas las cosas? Yo diría que Dios es el Ser de todos los seres, no porque éstos sean lo que él es, sino porque es origen, camino y meta de todo ser. El es, por tanto, el ser y creador de todo lo creado, pero causal, no material. De esa manera su majestad se digna ser para todas sus criaturas lo que son: vida para todo viviente, luz para toda razón, fuerza para todo virtuoso, gloria para todo vencedor.
I.5. El que con su sola palabra creó todos los seres materiales y espirituales, no necesita instrumento corporal alguno para crearlos, gobernarlos, regirlos, moverlos, incrementarlos, renovarlos y consolidarnos. El alma humana necesita un cuerpo con sentidos corporales para expresarse mutuamente y subsistir. Pero no así el Omnipotente; le basta su voluntad a cuya disposición actúa sin más su eficiencia, lo mismo para crear como para organizar los seres a su beneplácito. Ejerce su poder sobre lo que quiere, cuanto quiere y sin valerse de la sumisión de los miembros corporales. ¿O crees que necesita de la cooperación de los sentidos para contemplar su propia creación? Nada absolutamente se le oculta ni puede huir de su luz, presente en todo lugar. Pero tampoco precisa recurrir a los sentidos para conocer cualquier cosa. No sólo conoce todo sin necesidad de cuerpo: también sin él se deja conocer por los limpios de corazón. Pero quizás sea mejor dejarlo para mañana, porque ya no lo permite la urgencia de acabar el sermón.
RESUMEN
Disertaciones sobre la naturaleza espiritual del beso recibido en los pies y en las manos. Sobre la naturaleza de Dios y cómo podemos considerarlo, simbolicamente, dotado de manos y pies. Meditación sobre el verdadero origen de nuestra existencia y el agradecimiento a Dios en contra de la vanidad propia, que constituye su negación.

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