EL OBJETIVO DE ESTA PÁGINA

Recuperar los Sermones de San Bernardo de Claraval para facilitar su conocimiento y divulgación. Acompañar cada sermón con una fotografía, que lo amenice, y un resumen que haga más fácil la lectura. Intentar que, al final de esta aventura intelectual, tengamos un sermón para cada día del año. Un total de 365 sermones. Evidentemente, cualquier comentario será bienvenido y publicado, salvo que su contenido sea ofensivo o esté fuera del tema.

lunes, 30 de junio de 2014

DOMINGO SEXTO DE PENTECOSTÉS SERMÓN PRIMERO


DOMINGO SEXTO DE PENTECOSTÉS

SERMÓN PRIMERO

Sobre la lectura del Evangelio: El Señor da de comer con siete panes a la muchedumbre que llevaba tres días sin comer


1.Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Hermanos, el Evangelio se escribió para que lo leamos; y lo leemos para recibir de él el consuelo o el pesar auténticos. Los del mundo tienen los vanos consuelos de la abundancia de bienes terrenos, y el no menos inútil pesar de no poseerlos. Pero el Evangelio es el espejo por excelencia, que a nadie adula ni engaña. Cada uno se ve en él tal y como es: Nadie tendrá que temblar sin motivo, ni se gozará haciendo el mal. Lo dice abiertamente la misma Escritura: Quien escucha el mensaje y no lo pone en práctica, se parece a aquel que se miraba en el espejo la cara que Dios le dio y, apenas se miraba, daba media vuelta y se olvidaba de cómo era.
No hagamos eso nosotros. Apliquémonos este pasaje evangélico que hemos escuchado, para aprovecharnos y corregirnos, si en algo debemos hacerlo. El Profeta desea encauzar su camino hacia el cumplimiento de las consignas del Señor. Y exclama: Entonces no sentiré vergüenza al mirar tus mandatos. Tampoco yo me avergüenzo de vosotros, hermanos míos; al contrario, me siento orgulloso de vosotros, porque habéis seguido al Salvador hasta el desierto, y habéis salido a encontrarle fuera del campamento. Temo, en cambio, que alguno se canse y se sienta débil en este caminar, o incluso con el cuerpo. Tiene razón la Escritura cuando nos advierte: Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en en Señor. ¿Hasta cuándo hay que esperar? Hasta que se apiade de ti. Y si preguntas cuándo será eso, escucha: Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo.
2.Te es preciso caminar tres días por el desierto, si quieres ofrecer a tu Dios un sacrificio agradable. Y debes permanecer tres días con el Salvador, si deseas saciarte de los panes milagrosos. El primer día es el del temor: este día pone de manifiesto y alumbra tus tinieblas interiores, y pone ante tus ojos los terribles suplicios del infierno o tinieblas exteriores. Esta reflexión, como sabéis muy bien, suele ocuparnos en los principios de nuestra conversión. El segundo día es el de la piedad, en el cual respiramos contemplando la misericordia de Dios. El tercero es el de la razón: en él comprendemos que, por deber natural de nuestra justicia, la criatura debe someterse al Creador, y el siervo debe servir a su Redentor. 
Al llegar aquí nos mandan sentar, para ordenar en nosotros la caridad. El Señor abre la mano y sacia de favores a todo viviente. Pero antes dice a los apóstoles: Decidle a la gente que se eche en el suelo. Por eso nosotros, como humildes es indignos representantes suyos, os aconsejamos, hermanos carísimos, que os sentéis para que comáis de este pan bendito y sigáis caminando sin desfallecer. De lo contrario, cuando os veáis agotados caeréis en la tentación de volver a Egipto y se mofarán de vosotros los que no siguieron al Salvador al desierto. Desgraciados, es cierto, los que no acompañaron a los que salían; pero los que marcharon al desierto y no se alimentaron como todos los demás, son los más desgraciados de los hombres.
3.Y si hubo algunos que se escondieron entre matorrales o en cualquier otro lugar, mientras los demás estaban sentados, es indudable que se quedaron sin comer. Y lo mismo ocurría a los curiosos e inconstantes que iban de un sitio a otro y no se sentaron. O si se sentaron no lo hacían según el orden establecido y en compañía de los demás. Os pedimos, pues, hermanos, y os advertimos pastoralmente que no andéis buscando los rincones, la oscuridad o lugares escondidos. Recordad que el que practica el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz para que no se reprendan sus acciones. Tampoco haya entre vosotros quien camine a la deriva por cualquier ventolera de doctrina; son personas turbulentas e inconstantes, inestables e inmaduras: Como la paja que arrebata el viento.
¿Y qué diremos de esos que van contra todos y todos contra ellos? Esos son los que se constituyen en casta, siendo hombres de instintos y sin espíritu, pues nadie puede decir: ¡Fuera Jesús!, si habla impulsado por el Espíritu de Dios. Es una peste terrible y fatal: porque un solo obstinado basta para turbar a todos, convertirse en manzana de discordia y motivo de escándalo. Lo dice el Profeta, al hablar de la viña del Señor: Es pasto de las alimañas. Por eso os pido y os ruego, hermanos míos, que evitéis toda especie de falsedad y los recovecos de la propia voluntad. Huid de la ansiedad y la ligereza. Esquivad la intransigencia y el vicio detestable de la singularidad. Y de este modo no privaréis a vuestras almas de comer el pan bendito.
4.Y para no molestaros por más tiempo, he aquí los siete panes con que nos alimentamos. El primero es la Palabra de Dios, en la cual, como él mismo afirma, está la vida del hombre. El segundo, la obediencia, pues mi alimento es cumplir el designio del que me envió. El tercero, la santa meditación, de la que se dice: La reflexión te protegerá. Y en otro lugar se la llama pan de vida y de sensatez. El cuarto , las lágrimas de los que oran. El quinto, el trabajo de la penitencia. Y si te extraña que llame pan al trabajo y a las lágrimas, recuerda lo que dice el Profeta: Nos darás a comer llanto, y en otro salmo añade: Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. El sexto pan es la gozosa y sociable unanimidad. Un pan amasado con muchos granos y fermentado con la sabiduría de Dios. Y el séptimo pan es la Eucaristía, pues el pan que voy a dar es mi carne, para que el mundo viva.

RESUMEN 
Primero tenemos que salir al desierto y esperar que Dios se apiade de nuestra hambre de salud espiritual. Caminaremos durante tres días.  El primer día es el temor, el segundo es la piedad y el tercero es la razón. Luego debemos sentarnos. No vale volver a Egipto o escondernos entre los matorrales. Allí recibiremos los siete panes: la Palabra de Dios, la obediencia, la santa meditación, las lágrimas de los que oran, el trabajo de la penitencia, la unanimidad y la Eucaristía. 

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