EL OBJETIVO DE ESTA PÁGINA

Recuperar los Sermones de San Bernardo de Claraval para facilitar su conocimiento y divulgación. Acompañar cada sermón con una fotografía, que lo amenice, y un resumen que haga más fácil la lectura. Intentar que, al final de esta aventura intelectual, tengamos un sermón para cada día del año. Un total de 365 sermones. Evidentemente, cualquier comentario será bienvenido y publicado, salvo que su contenido sea ofensivo o esté fuera del tema.

viernes, 6 de diciembre de 2013

SERMÓN SEGUNDO DEL ADVIENTO: DIJO EL SEÑOR A ACAZ: PIDE UNA SEÑAL


SERMÓN SEGUNDO DEL ADVIENTO

DEL LIBRO DE ISAÍAS: "DIJO EL SEÑOR A ACAZ: PIDE UNA SEÑAL... Y, SOBRE EL CAMINO DEL ENEMIGO".

Capítulo 1
Hemos escuchado a Isaías tratando de persuadir al rey Acaz para pedirle una señal, de parte del Señor, en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo. Escuchamos también su respuesta insincera, bajo capa de piedad. Por este motivo se atrajo la reprobación de aquel que escruta el corazón y descubre las intenciones del hombre. Responde Acaz: No pido ninguna señal; no quiero tentar al Señor. Habíase engreído Acaz en la altura de trono real, y era astutamente hábil en su expresividad.

El Señor había inspirado a Isaías: "Marcha y di a ese zorro que pida una señal en lo hondo del abismo". Y es que el zorro tiene madriguera. Y, si baja al abismo, encontrará al que sorprende a los taimados en sus astucias. Dice el Señor: "Vete y di a ese pajarraco que pida una señal en lo alto del cielo". El pájaro tiene su nido. Pero, si sube al cielo, allí está el que se enfrenta a los soberbios y pisa con poder los cuellos de los orgullosos y de los altivos. No le interesa buscar una señal del poder sublime o de la incomprensible profundidad. Por eso, el mismo Señor promete una señal de bondad a la casa de David. Para que, al menos, la manifestación del amor atraiga a quienes ni el poder ni la sabiduría atemoriza.

Entendemos la expresión en lo profundo del abismo como la caridad personificada. En ningún otro fue tan total. Bajó incluso al abismo muriendo por os amigos. Y en este sentido se manda a Acaz que se estremezca ante la majestad del que reina en lo alto o que se abrace a la caridad del que baja al abismo. El que no piensa en la majestad con temor ni medita en la caridad con amor, se vuelve enojoso a los hombres y a Dios. Por eso, él Señor mismo os dará la señal; en ella va a hacer sensible la majestad y a caridad. Ved que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, que se llamará Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros.

No escapes, Adán, que Dios-está-con-nosotros. Nada te mas, hombre; no te espantes ni siquiera oyendo el nombre de Dios, Dios-está-con-nosotros. Con nosotros, en la semejanza de la carne; con nosotros, en la necesidad. Llegó como uno de nosotros, por nosotros, semejante en todo, capaz de sufrir.

Capítulo 2

Por fin, dice: Comerá requesón y miel. Que equivale: Será niño y tomará alimentos de niño. Hasta que aprenda a rechazar el mal y a escoger el bien. Este bien y este mal que oyes hacen referencia al árbol prohibido, el árbol del delito. Comparte con nosotros mucho mejor que el primer Adán. Escoge el bien y rechaza el mal; no como aquel que amó la maldición, y recayó sobre él, y que no quiso la bendición, quedándose lejos de él. En el texto mencionado: Comerá requesón y miel, podrás darte cuenta de la elección que hace este niño. Que su gracia nos acompañe para que eso que hace lo podamos experimentar dignamente de algún modo también nosotros y expresarlo de una manera accesible a todos.

Dos cosas pueden hacerse con la leche de oveja: requesón y queso. El requesón es mantecoso y jugoso; el queso, por el contrario, es seco y consistente. Supo escoger bien nuestro niño, pues al comer el requesón rehusó el queso.; Quién es aquella oveja extraviada que hacía el número cien y dice en el salmo: Me extravié como oveja perdida. Es la raza humana. La busca el pastor compasivo, y deja a las otras noventa y nueve en el monte. Dos cosas hallarás en esta oveja: una naturaleza dulce y una naturaleza buena; tan buena, sin duda, como el requesón. Y, junto a ella, la corrupción del pecado, como el queso.¡Qué bien ha elegido nuestro pequeño! Se abrazó a nuestra naturaleza sin el más mínimo contagio de pecado, pues se lee de los pecadores: tienen el corazón espeso como grasa. La levadura de la maldad y el cuajo de la perversidad tan corrompido en estos corazones la pureza de la leche.

Capítulo 3

Hablando de la abeja, pensamos en la dulzura de la miel y en la punzada del aguijón. La abeja se alimenta de azucenas y habita en la patria florida de los ángeles. Por eso voló hacia la ciudad de Nazaret, que significa flor. Y se llegó hasta la perfumada flor de la virginidad perpetua. En ella se posó. Y se quedó adherida. El que enaltece la misericordia y el Juicio, a ejemplo del Profeta, no ignora la miel ni el aguijón de esta abeja. Sin embargo, al venir a nosotros trajo sólo la miel y no el aguijón; es decir, la misericordia sin el juicio. Por eso, en aquella ocasión en que los discípulos intentaron persuadir al Señor a que lloviera fuego y arrasara la ciudad que se había negado a recibirle, se les replicó que el Hijo del hombre no había venido a condenar al hombre, sino a salvarlo.

Nuestra abeja no tiene aguijón. Se ha desprendido de él cuando, entre tantos ultrajes, mostraba la misericordia y no el juicio. Pero no confiéis en la maldad, no abuséis de la confianza. Algún día, nuestra abeja volverá a tomar su aguijón y lo clavará con toda su fuerza en los tuétanos de los pecadores. Porque el Padre no Juzga a nadie, pero ha delegado en el Hijo la potestad de juzgar. Por ahora, nuestro niño se mantiene de requesón y miel desde que unió en sí mismo el bien de la naturaleza humana con e de la divina misericordia, mostrándose hombre verdadero y sin pecado, Dios compasivo y encubridor del juicio.

Capítulo 4

Me parece que con esta expresión queda claro quién es esta vara que brota de la raíz de Jesé y quién es la flor sobre la cual reposa el Espíritu Santo. La Virgen Madre de Dios es la vara; su Hijo, la flor: Flor es el Hijo de la Virgen, flor blanca y sonrosada, elegido entre mil; flor que los ángeles desean contemplar; flor a cuyo perfume reviven los muertos; y, como él mismo testifica, es flor del campo, no de jardín. El campo florece sin intervención humana. Nadie lo siembra, nadie lo cava, nadie lo abona. De la misma manera floreció el seno de la Virgen. Las entrañas de María, sin mancha, íntegras y puras, como prados de eterno verdor, alumbraron esa flor, cuya hermosura no siente la corrupción, ni su gloria se marchita para siempre.

¡Oh Virgen, vara sublime!, en tu ápice enarbolas al santo. Hasta el que está sentado en el trono, hasta el Señor de majestad. Nada extraño, porque las raíces de la humildad se hunden en lo profundo.¡oh planta auténticamente celeste, más preciosa que cualquier otra, superior a todas en santidad!¡Arbol de vida, el único capaz de traer el fruto de salvación! Se han descubierto, serpiente astuta, tus artimañas; tus engaños están a la vista de todos. Dos cosas habías achacado al Creador, una doble infamia de mentira y de envidia. En ambos casos has tenido que reconocerte mentirosa, pues desde el comienzo muere aquel a quien dijiste: No moriréis en absoluto; la verdad del Señor dura por siempre. Y ahora contesta, si puedes: ¿qué frutos de árbol podría provocar la envidia en Dios, que ni siquiera negó al hombre esta vara elegida y su fruto sublime? El que no escatimó a su propio Hijo, ¿cómo es posible que con él no nos regale todo?

Capítulo 5

Ya habéis caído en la cuenta, si no me equivoco, que la Virgen es el camino real que recorre el Salvador hasta nosotros. Sale de su seno, como el esposo de su alcoba. Ya conocemos el camino que, como recordáis, empezamos a buscar en el sermón anterior. Ahora tratemos, queridísimos, de seguir la misma ruta ascendente hasta llegar a aquel que por María descendió hasta nosotros. Lleguemos por la Virgen a la gracia de aquel que por la Virgen vino a nuestra miseria.

Llévanos a tu Hijo, dichosa y agraciada, madre de la vida y madre de la salvación. Por ti nos acoja el que por ti se entregó a nosotros. Tu integridad excuse en tu presencia la culpa de nuestra corrupción. Y que tu humildad, tan agradable a Dios, obtenga el perdón de nuestra vanidad. Que tu incalculable caridad sepulte el número incontable de nuestros pecados y que tu fecundidad gloriosa nos otorgue la fecundidad de las buenas obras. Señora mediadora y abogada nuestra, reconcílianos con tu Hijo. Recomiéndanos y preséntanos a tu Hijo. Por la gracia que recibiste, por el privilegio que mereciste y la misericordia que alumbraste, consíguenos que aquel que por ti se dignó participar de nuestra debilidad y miseria, comparta con nosotros, por tu intercesión, su gloria y felicidad. Cristo Jesús, Señor nuestro, que es bendito sobre todas las cosas y por siempre.

RESUMEN:
Acaz era un rey deseoso de mantener su poder terrenal. El profeta Isaías, para que pierda su apego, le sugiere que pida un prodigio a Dios. Acaz no quiere porque si el prodigio ocurre en las profundidades, allí se mueven los zorros como él mismo y puede quedar atrapado. Si ocurre en el aire, allí atrapa Dios a los soberbios. Contesta, por tanto, que no quiere tentar a Dios.
Dios le promete, entonces, una señal en la casa de David, algo que no pueda inquietar al poderoso. Será un niño que se alimente de rquesón y miel hasta que pueda distinguir el bien del mal.
De la leche de las ovejas se obtiene el requesón y el queso. El requesón es de naturaleza dulce. El queso es graso y espeso; podría representar la corrupción del pecado. También sabemos que por buscar a la oveja perdida el pastor dejó a 99 en los campos.
Las abejas producen miel pero tienen aguijon. Ese niño que es Dios y el prodigio que nos manda sólo trajo la miel y no el aguijón. Sin embargo, el aguijón podrá aparecer algún día para clarvarse en los tuétanos de los pecadores.
Por tanto, Dios pudo mandarnos un gran prodigio para desafiar la soberbia de los poderosos pero no lo hizo así. Prefirió algo suave e íntimo como es un niño, alimentado dulcemente en los brazo de la Virgen María, su madre, sufriendo como el ser humano y aprendiendo a distinguir el bien del mal.

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